Jueves, Marzo 28, 2024
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11 de septiembre

Artículo de opinión por DIEGO PALOMO, ACADÉMICO DE LA UNIVERSIDAD DE TALCA.

Imaginen una frase que diga algo así, para cerrar la declaración de intenciones de un memorial: “Que el recuerdo de las vidas, el reconocimiento de los hechos y el despertar del espíritu sean eternos faros que reafirmen el respeto a la vida, fortalezcan nuestra determinación de preservar la libertad e inspiren el fin del odio, la ignorancia y la intolerancia”.

¿Hay algo moralmente inconveniente en ella?.
¿Hay algo moralmente inconveniente en el llamamiento que recoge?.
Nada.
Absolutamente nada, creemos.

Y hemos citado una frase que hace referencia al discurso del presidente George W. Bush ante la sesión conjunta del Congreso 9 días después de los ataques que destruyeron las Torres Gemelas del World Trade Center de Manhattan.

Sea cual fuere el significado que los historiadores del futuro atribuyan a estos ataques, en el evento que alcancen un consenso, más o menos cercano a la versión del presidente Bush que señaló que los ataques se habían producido porque los terroristas “odian nuestras libertades, la libertad religiosa, la libertad de expresión, la libertad de voto y de reunión y de discrepancia”, sin reconocer la posibilidad de que hayan sido acciones de Estados Unidos en el mundo y no el modo de vida de sus habitantes lo que odian los yihadistas, sería muy raro que sus conmemoraciones cada 11 de septiembre perjudiquen a Estados Unidos en cuanto sociedad, aunque los estadounidenses no aprendan mucho de ellas.

También Chile vivió su 11 de septiembre

En ese día de 1973, ocurrió un evento trascendental en la historia de nuestro país: el Golpe de Estado que derrocó al gobierno democráticamente electo de Salvador Allende y dio paso a la dictadura militar encabezada por Augusto Pinochet, con todo lo que sabemos que significó para miles de compatriotas.

Las conmemoraciones previstas para el 11 de septiembre tienen una importancia significativa para Chile, por los 50 años. Son momentos en los que el país enfrenta su pasado doloroso y busca (debiese al menos) empezar a reconciliarse con él. A través de diversos actos se rendirá homenaje a las víctimas y se recordará a aquellos que se opusieron a la dictadura.
Estas conmemoraciones no solo tienen un propósito simbólico, sino que también buscan mantener viva la memoria histórica, para que las nuevas generaciones no olviden las lecciones del pasado y se comprometan a construir un futuro basado en la justicia y el respeto a los derechos humanos.
¿Le hace mal este ejercicio al país?.
¿Podemos darnos el lujo de hacer como que no pasará nada?.

No obstante, como siempre, todo puede terminar saliendo mal, por distintas actuaciones, de unos y otros. Por eso, las expectativas de este tipo de conmemoraciones deben controlarse.
Es esencial encontrar un equilibrio, con mucho respeto por el recuerdo de las heridas. Las conmemoraciones deben ser oportunidades para reflexionar sobre el pasado, aprender de él y trabajar hacia la verdadera reconciliación.

Las conmemoraciones del 50 aniversario del 11 de septiembre en Chile nos recuerdan que el pasado tiene un poderoso impacto en el presente y el futuro de un país.

Es un llamado a la reflexión, a la construcción de una sociedad más justa y a la necesidad de garantizar que los horrores del pasado no se repitan.

Diego Palomo
U. de Talca

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