En Buenos Aires, un hombre asesinó a su pareja, ahogó a sus dos hijos pequeños en una zanja y luego se suicidó arrojándose bajo un camión.
Con información del medio asociado: BBCL
El caso, que recuerda el reciente episodio de Villa Crespo, vuelve a poner el foco en la salud mental como un factor de riesgo en situaciones extremas de violencia intrafamiliar.
Fernando Dellarciprete, de 40 años, era camionero y vivía con Rocío Villarreal, de 34 años, con quien tenía una relación de más de diez años. Juntos criaban a sus hijos Tiziano (8) y Francesco (4). De acuerdo a la reconstrucción de los hechos, el 4 de junio Dellarciprete apuñaló a Rocío en su casa ubicada en la calle Larrea al 100. Luego recogió a los niños en la escuela y los llevó en su camioneta rumbo a la ruta 228.
Según testigos, intentó provocar un accidente, pero al no lograrlo, condujo hacia una zanja en la que sumergió el vehículo con sus hijos dentro, causándoles la muerte por asfixia. Acto seguido, el hombre pidió agua y un arma a un vecino, aparentemente con la intención de suicidarse. Al no conseguirla, caminó de regreso a la ruta, donde se lanzó frente a un camión en movimiento, muriendo en el acto.
La escena fue descubierta horas más tarde por familiares de Rocío Villarreal, quienes forzaron la entrada del domicilio tras no lograr comunicarse con ella. En el interior hallaron su cuerpo sin vida, con evidentes signos de violencia. Las autopsias confirmaron que los niños no opusieron resistencia, lo que sugiere que fueron sorprendidos por su padre en un momento de vulnerabilidad.

Una familia normal
De acuerdo con el medio local Ecos, Dellarciprete había trabajado en una maltería de la zona, pero tras conflictos laborales abandonó su puesto. Se desempeñaba como transportista independiente y habría enfrentado problemas de salud mental. Algunos vecinos mencionaron que se encontraba bajo licencia psiquiátrica y que había suspendido su tratamiento tras experimentar somnolencia mientras conducía.
En redes sociales, Dellarciprete proyectaba una imagen muy distinta: la de un padre afectuoso y aficionado a los deportes al aire libre.
Rocío Villarreal, por su parte, había trabajado en la municipalidad local y se dedicaba a la terapia con masajes y la venta de sahumerios. La fiscal Natalia Ramos informó que no existían denuncias previas por violencia de género ni conflictos registrados entre la pareja.