El Fear of Missing Out (FOMO) refleja la ansiedad por no estar en todo. Mientras tanto, el Joy of Missing Out (JOMO) promueve la desconexión consciente y el bienestar emocional.
En un mundo donde la hiperconectividad se ha transformado en norma, conceptos como FOMO y JOMO se han vuelto parte del vocabulario cotidiano. Esto es especialmente cierto entre quienes enfrentan una relación dependiente con las redes sociales. Ambos términos reflejan realidades opuestas, pero igualmente influyentes en el equilibrio emocional de las personas.
El FOMO —acrónimo en inglés de Fear of Missing Out— representa la ansiedad que surge al sentir que otros disfrutan experiencias valiosas. Mientras tanto, uno no está presente. Según la psicóloga Carla Mendoza Núñez, coordinadora clínica del Centro de Psicología Aplicada (CEPA) de la Universidad de Talca, este fenómeno “no es una patología. Sin embargo, sí se manifiesta como insatisfacción constante, ansiedad y una presión por estar siempre disponibles”.
La especialista advierte que este comportamiento se ha validado socialmente. Es alimentado por una cultura que normaliza la conexión permanente, la comparación y la búsqueda de estímulos. “Vivimos pegados al celular, con la sensación de que siempre falta algo”, explicó.
Entre los síntomas más comunes del FOMO están la revisión compulsiva de redes sociales. También incluyen la incapacidad para disfrutar del presente, la irritabilidad, problemas de sueño y una autoestima condicionada. “Dejamos de valorarnos por lo que somos, y comenzamos a medirnos por lo que vemos en otros”, indicó Mendoza.
Disfrutar el presente
En contraste, emerge el JOMO —Joy of Missing Out—, una actitud que propone disfrutar del presente sin culpa por no estar conectado. “No es resignación, sino una elección consciente de desconectarse para reconectarse con uno mismo”, afirmó la profesional. Esta visión invita a distinguir lo importante de lo superfluo, y priorizar el bienestar personal por sobre la validación externa.
El JOMO ha ganado fuerza en medio de la fatiga digital, incentivando prácticas como silenciar cuentas que generan comparación. También sugiere caminar sin dispositivos o simplemente aceptar el aburrimiento como forma de descanso. Mendoza aclaró que “no se trata de renunciar a la tecnología. En cambio, se trata de usarla con intención”.
Entre las recomendaciones prácticas destacan: establecer horarios fijos para revisar redes sociales, seguir cuentas que inspiren, y cultivar la tolerancia a la incertidumbre. “No saberlo todo ni estar en todo, también es salud mental”, concluyó la psicóloga de la UTalca.