Tras meses del deceso del trabajador que desempeñaba funciones en La Moneda, su viuda reveló no haber obtenido los antecedentes sobre sus horas previas.
Según se informó, Hugo Morales inició su turno a las 8:17 de la mañana y estuvo trabajando hasta cerca de las 2:15 de la madrugada siguiente. La familia ha solicitado un detalle cronológico que revele si tuvo descansos, si se alimentó, o si estuvo expuesto a riesgos, considerando que padecía EPOC y que incluso intervino en una reparación vinculada a una fuga de gas en el casino del Palacio.
Maritza Soto, su viuda, denuncia que la presidencia ha mostrado poca sensibilidad frente a la situación personal de su esposo. “Creo que la presidencia no le ha tomado el peso a que él era esposo, padre y abuelo. Siento que es como: bueno era el gásfiter y murió nomás. Que venga otro y se reemplaza”, señaló en una entrevista reciente con El Mercurio.
La familia prepara una querella criminal motivada por las dudas sobre los procedimientos posteriores al paro cardíaco. La Contraloría ordenó reabrir la investigación interna porque no se habrían analizado las posibles responsabilidades de jefaturas ni del área de prevención de riesgos. Además, criticó el retraso en informar a la Inspección del Trabajo y a la Seremi de Salud sobre el fallecimiento.

Asimismo, aunque había una ambulancia disponible dentro del palacio, esta no fue utilizada por el protocolo que indica que solo puede activarse si el presidente se encuentra en el edificio. Según registros del SAMU, se tardó casi una hora en trasladar a Morales desde el lugar del infarto hasta un hospital, donde murió.
A pesar de haber recibido una tarjeta y flores enviadas por el presidente Gabriel Boric, Soto lamentó la ausencia de un contacto directo o un gesto concreto de apoyo. “Yo creo que acá la responsabilidad recae en el presidente Boric. Él debió haber hecho que esto fuera más diligente, que hubiese tomado las medidas correctivas. Fue una desilusión”, afirma.
Finalmente, la viuda señaló una fuerte incoherencia entre el caso de su esposo y las políticas laborales que promueve el gobierno. “Mi marido trabajaba mucho más que 40 horas. Entonces no hay consistencia en el relato”, concluye.