Investigadora de MiNSoL–ANID advierte sobre los riesgos del uso excesivo de pantallas en menores y entrega recomendaciones para estas vacaciones.
Durante las vacaciones de invierno, el uso excesivo de dispositivos electrónicos entre niños y niñas genera una creciente preocupación entre padres y especialistas. Lucía Castillo Iglesias, académica de la Universidad de Concepción e investigadora del Núcleo Milenio para la Ciencia del Aprendizaje (MiNSoL) de la ANID, advirtió sobre los efectos negativos del consumo digital desmedido en el desarrollo cognitivo infantil.
“El ‘doom-scrolling’ y la multitarea mediática obstaculizan el desarrollo del control atencional en los menores”, explicó la experta. Estas prácticas, caracterizadas por la navegación sin propósito y el uso simultáneo de múltiples pantallas, afectan la concentración sostenida. Además, promueven un estilo de vida pasivo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda cero exposición a pantallas en menores de dos años y no más de una hora diaria en niños de dos a cinco años. La experta agrega que más de dos horas diarias ya implican riesgos de aprendizaje. Esto ocurre incluso en adolescentes y adultos. Además, más de siete horas podría comprometer el desarrollo neurológico.
Frente a esta realidad, Castillo sostuvo que “la solución está al alcance de nuestras manos: fomentar la actividad física, el contacto con la naturaleza, el diálogo presencial y pasatiempos tradicionales”. Agregó que interactuar con el entorno permite a los niños entrenar su atención, ya sea construyendo, explorando la naturaleza o escuchando una historia.

Consejos prácticos
Para las vacaciones de invierno, la especialista propuso una serie de actividades no tecnológicas para estimular el desarrollo cognitivo:
- Incentivar actividades con estímulos significativos, como manualidades, seguir coreografías o juegos de mesa.
- Relacionar el uso de pantallas con fines concretos, evitando la navegación aleatoria.
- Preferir actividades colaborativas, que fortalezcan el vínculo emocional y social.
- Pasar tiempo al aire libre, ya que la naturaleza mejora el sueño, la atención y reduce el estrés.
“Cuando los niños se involucran con el mundo real, están aprendiendo a discernir y focalizar su atención de manera natural”, concluyó la investigadora.