Dr. Emilio Moyano Díaz. Universidad de Talca.
El abrumador triunfo de J. Jara y del PC sobre C. Tohá y el socialismo democrático cambiaron el foco de atención ciudadana desde las 25 mil licencias médicas de funcionarios públicos viajantes al extranjero y de otros 100 mil al interior del país, incluidos miembros del poder judicial, hacia el resultado de aquellas primarias ‘oficialistas’.
Para quienes han seguido columnas anteriores, el tema licencias no es sino un síntoma más de que Chile está anómico, es decir donde las normas existentes no se acatan o cumplen, y cada día se hace más y más evidente que el ingenio para vulnerarlas, y de modo transversal, se manifiesta en múltiples ámbitos.
Quien lo ha evidenciado es la Contralora D. Pérez, es la primera Contralora del país. Emerge como alguien que, al ejercer su cargo con competencias técnicas, celo y valor (y solo desde hace un semestre), nos ha remecido al poner en evidencia la falta de probidad y, con ello, un síntoma más de la anomia existente en el país. Ella es abogada de la U. de Chile, título obtenido con distinción máxima, académica, y posee una variada formación de postgrados como Magister en Gestión mención en Control, Magíster en Gerencia y Políticas Públicas, Diplomada en Derecho Administrativo Económico, Diplomada en Prevención, Detección e Investigación de Fraude, inteligencia artificial, etcétera. Al ejercer su trabajo ha provocado la generación de investigaciones sumarias a quienes han caído en su análisis de datos, constituyéndose muy probablemente en la figura que más contribuye en el esfuerzo de recuperar el orden y la ética en al país. D. Pérez recibe y con toda justicia, reconocimiento ciudadano y, hasta hoy es. sin duda alguna, “la mujer del año”.
J. Jara (PC), es la primera mujer candidata presidencial de su partido. Administradora pública y abogada, magíster en Gestión y Política Pública, ex ministra del Trabajo y Previsión Social del actual gobierno ganó la reciente primaria de los partidos de izquierda, doblando a C. Tohá representante del socialismo democrático y dejando en muy débil posición a representantes del frente amplio y de regionalistas verdes. Como un distinguido sociólogo escribió al día siguiente del triunfo, en cartas al Director: Solo en Chile; El socialismo real derrotó al socialismo democrático. J. Jara triunfó seguramente por su carisma, por ser congruente con su origen popular, y legítimamente orgullosa de sus méritos. Y este atributo -la autoridad carismática- calza muy bien con una identificación de clases sociales como lo hizo saber Weber. Su carisma, es uno de los tres atributos del poder (tradición, carisma y racionalidad-legalidad), y aparentemente sus votantes en esta elección fueron encantados por su cercanía y calidez tipo M. Bachelet, ambas con aura de madres nutrientes, comprensivas y cálidas. Este, su atributo del tipo de poder que ejerce -tal vez su único- superó largamente al de la tradición y lo racional-legal, ya que nunca ha gobernado nuestro país un Presidente(a) comunista por una parte, ni alguien en el globalizado siglo XXI que proponga como modelo económico un desarrollo guiado por la demanda interna, por otra. Creó una hábil distancia de su partido comunista, y una grata conexión emocional con sus audiencias. Agregó “yo no les mentiré”, lo que, en una sociedad caracterizada por la desconfianza interpersonal, y en la que las estructuras tradicionales y la pérdida de la seguridad y la estabilidad, están disueltas o en clara descomposición, calza con la desideologización y distancia que la ciudadanía tiene respecto de los partidos políticos y con una identificación más emocional que racional de los actuales electores.
E. Mathei, (UDI) licenciada en economía, ex ministra del trabajo, ex senadora, ex alcaldesa, después de mucho tiempo de estar liderando las encuestas de preferencia de los electores de derecha y más, ha bajado en las encuestas de intención de voto, siendo superada por el candidato de extrema derecha J.A. Kast. Así, E. Mathei y su partido (UDI) han pasado a ubicarse en un lugar más de centro en la derecha política. Su ejercicio del poder descansa en el atributo racional y tecnocrático, por sobre la tradición de su partido o de su carisma. El partido Republicano y el partido Nacional Libertario conforman la extrema derecha política hoy día, lugar que ocupó muchos años la UDI. El candidato J.A. Kast, lleva la delantera de preferencias dentro de la derecha (en empate ‘técnico’ con E. Mathei) y, junto con J.B. Kayser, son los tres candidatos de una derecha que no logró hacer primarias ¿y que se expone al riesgo de dividir sus votos y que su oponente gane en primera vuelta?, sino ¿quiénes pierdan en la primera vuelta estarán dispuestos por apoyar a quien haya ganado?
Así, y si bien Chile aparece como un caso ‘original’, como quizá único país del mundo en llevar en el sXXI un candidato(a) comunista a la presidencia, cuando ya casi no existen regímenes comunistas, sino autocracias mixtas con capitalismo como China. Pero, simultáneamente, se observan otras consecuencias de la anomia: desintegración social o falta de cohesión social, inestabilidad política con polarización o radicalización, dificultad para implementar políticas. Ya no es más la ‘seguridad’ y estabilidad predecible propia de una final presidencial Tohá-Mathei, sino que estamos en un contexto de posiciones políticas extremas, populistas tal vez, del ‘orden’ a toda prueba en el caso de la extrema derecha, y de las ‘certidumbres o verdades’ dogmáticas sin matices en la izquierda (los ciudadanos mayores recordarán el término ‘momios’, y que los hay de izquierda -el PC- y de derecha). En este caso, la extrema izquierda representada hoy en nuestro país por el partido comunista o populistas de izquierda, (cuya nefasta historia en el mundo los mayores conocemos, pero aparentemente los jóvenes no) y por J. Jara, y la extrema derecha o populistas de derecha, por el partido republicano (2019), y su candidato J. A. Kast, y el partido nacional libertario (2024) y su candidato J. Kaiser.
La trampa de las primarias se está consumando igual que la vez anterior; entre votar por un candidato comunista, y un aparente socialdemócrata (Jadue-Boric), Chile eligió a este último. No había otra alternativa. Y hoy su gobierno nos está legando aumento del sueldo mínimo, copago cero en Fonasa, 40 hrs. semanales de trabajo, royalty minero para beneficio de regiones, listas de espera en salud pública de más de un año, altísima deserción escolar y criminalidad-inseguridad, 22% de pobreza y casi 9% de cesantía más numerosísimos errores no forzados que la sociedad en su conjunto pagamos.
¿Y hoy cuál es la trampa? Todo parece indicar a hoy que los finalistas serán J. Jara versus J. A. Kast o E. Mathei. Probablemente si fuese E. Mathei la finalista, sería más fácil para un pueblo más bien moderado y sensato políticamente como el chileno, terminar votando por ella, más que por algún representante de los extremos. Pero perfectamente puede ocurrir una final de los extremos; del populismo de izquierda (quiérase o no continuismo del actual gobierno), y del populismo de derecha: J. Jara-J. A. Kast.
La anomia como proceso de larga data puede conducir a las sociedades a partidos y gobiernos populistas, que ofrecen soluciones simples y rápidas para superar la anomia y la inseguridad. No es extraño así el surgimiento de dos partidos de extrema derecha en Chile en los últimos 5 años. Los discursos de centro por otra parte, orientados racional y legalmente mediante las prácticas de la democracia liberal tradicional ordenadora y orientadora del futuro, parecen no tener mucho eco en los temerosos ciudadanos de las democracias actuales (débiles, lentas, incapaces de resolver los problemas de la gente, con alta corrupción y delincuencia). Se trata de sociedades del riesgo, inseguras, amenazadas y desafiadas por la criminalidad, impredecibles, líquidas, cansadas, llenas de incertidumbre, con escasez de lideres, sobre-valoradoras de la juventud, con escasa valoración de la edad y la experiencia, que buscan ciegamente cómo salir de su empantanamiento, con ausencia o escasa presencia de líderes con discursos de esperanza o delineación de un razonable (posible y creíble) mundo mejor.
Queda aún un tiempo para ver cómo evolucionan las preferencias del electorado, si los de un esquivo ‘centro’ (Parisi) siguen ganando preferencias o no, si cuáles de los/las candidatos/as no cometen errores en sus campañas y consiguen ampliar sus bases de apoyo, y modificar su nivel de rechazo (yo nunca votaría por J.A. Kast, yo nunca votaría por J. Jara, ambos con porcentajes de 30,6% y 26,2% respectivamente, mientras Mathei sólo 3,3%). No es lo mismo una primaria que una final, en la primera los electores dispuestos se pueden permitir un ‘gustito’, mientras en la final en cambio, un número diez veces superior de ciudadanos/as obligados/as a votar juegan a la elección definitiva.
Ud. y yo querido/a lector/a, decidiremos como la vez anterior, en el estrecho juego de la trampa social dónde gran parte de nuestro poder ha sido nuevamente expoliado.