Iván Palomo G. Director del Centro de Longevidad VITALIS, Universidad de Talca y del Centro Interuniversitario de Envejecimiento Saludable (CIES-CUECH); Coordinador de la Red Interuniversitaria de Envejecimiento Saludable de Latinoamérica y Caribe (RIES-LAC / COMLAT-IAGG) e integrante de la directiva de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile (SGGCH).
Quienes han leído mis cinco columnas de opinión anteriores, ya saben que la población nacional y maulina está envejeciendo: sobre el 18% y 20% de las personas tiene 60 años o más, respectivamente. Debido al envejecimiento poblacional a nivel mundial y porque el proceso es diverso, la OMS-ONU declararon la Década del Envejecimiento Saludable (DES, 2021-2030). En este contexto generaron cuatro acciones, en áreas estratégicas: (i) Cambiar la forma de pensar, sentir y actuar respecto a la edad y el envejecimiento, (ii) Fomentar comunidades que apoyen las capacidades de las personas mayores, (iii) Brindar atención de salud integrada, centrada en la persona y adaptada al envejecimiento, y (iv) Proporcionar acceso a atención a largo plazo para quienes la necesiten.
En Columnas anteriores me he referido brevemente a cada una de las acciones antes mencionadas.
En esta columna realizaré un llamado a las autoridades, especialmente regionales y municipales, porque ellos/as son quienes toman las decisiones y las personas mayores no pueden seguir esperando.
En el Congreso están en proceso dos proyectos de ley, uno sobre envejecimiento activo, digno y saludable y otro sobre cuidados. Las personas mayores, especialmente las que tienen menos recursos, necesitan esas leyes; es de esperar que estos proyectos sean aprobados pronto.
Avanzar para mejorar la calidad de vida de las personas mayores más necesitadas según situación socioeconómica-cultural es fundamental. Los presupuestos, programas y políticas públicas deben modificarse considerando el cambio demográfico. La DES es una llamada de atención ética, social y política.
Cada una de las cuatro acciones de la DES requieren: (i) Planificación, (ii) Financiamiento, (iii) Coordinación intersectorial, (iv) Liderazgo y (v) Voluntad política. Los presupuestos regionales, los planes comunales y los programas de gobierno deben incorporar el envejecimiento poblacional como un eje transversal.
Las autoridades, a diferentes niveles, deben saber que las personas mayores no esperan asistencialismo, exigen derechos. No quieren ser vistas como una carga; quieren ser considerados/as como ciudadanos/as activos, con historia, proyectos y voz. Quieren vivir con salud, seguridad, autonomía y participación.
Se debe invertir en envejecimiento saludable; si no se hace ya, más tarde el costo será mucho mayor, expresado en saturación de los servicios de salud, aumento de la dependencia y profundización de las desigualdades.
No se debe esperar a que las decisiones las tomen a nivel del gobierno central, el gobierno regional y cada una de las 30 municipalidades deberían jugar un rol clave: Pueden financiar centros comunitarios, servicios de salud amigables con mayores, programas de apoyo a cuidadoras/es, y alianzas con universidades y organizaciones sociales.
Desde la academia, la sociedad civil y las personas mayores, se puede colaborar, proponer e implementar, pero el presupuesto y poder de decisión esta en mano de las autoridades regionales y municipales. Deben tener presente que esta en sus manos que las personas envejezcan con dignidad, que sea un derecho garantizado por políticas públicas valientes, estructuradas y sostenidas.
Desde el Centro de Longevidad VITALIS, Universidad de Talca, a nivel regional y del Centro Interuniversitario de Envejecimiento Saludable (CIES-CUECH) a nivel nacional, si las autoridades que correspondan destinan los recursos necesarios, podemos aportar en Investigación (Proyectos en diferentes ámbitos del envejecimiento), Formación (Cursos a profesionales que trabajan con personas mayores) y Vinculación (Charlas a personas mayores, a cuidadoras/es, participación en mesas de trabajo), entre otros aspectos.