Miguel Alejandro Bustamante-Ubilla. Facultad de Economía y Negocios, Centro de Longevidad VITALIS, Universidad de Talca; [email protected]
La vejez no es un epílogo silencioso, sino una etapa vital marcada por la introspección, la resignificación y el equilibrio emocional. Para las personas mayores, el transcurrir del tiempo se transforma en una oportunidad para dialogar con sus vivencias pasadas, presentes y futuras. En esta conversación íntima consigo mismas emerge un concepto clave para comprender su bienestar: la discrepancia del yo.
Este concepto refiere a la distancia percibida entre el “yo real”, es decir, la imagen que una persona tiene actualmente de sí misma, y el “yo ideal”, que representa aquello que desearía ser o haber alcanzado. Esta diferencia es producto de una vida entera de valores, expectativas y experiencias que configuran la identidad personal, incluyendo dimensiones materiales, espirituales, emocionales, intelectuales, físicas, sociales y económicas. Es así como, a medida que avanzan los años, esta identidad se transforma y ajusta, acompañando los cambios del entorno y de la propia vida. Para las personas mayores, esta comparación entre el yo actual y el ideal puede tener un profundo impacto en su bienestar emocional. Cuando esta discrepancia es percibida como muy amplia, puede generar sentimientos de frustración, tristeza o desesperanza. Por el contrario, cuando se logra reducir, se experimenta una mayor satisfacción con la vida, autoestima y percepción de felicidad.
Un estudio reciente realizado en la Región del Maule, Chile, aportó evidencia empírica valiosa en esta línea. En una muestra compuesta mayoritariamente por personas mayores, autovalentes, con ingresos medios-bajos y buen estado cognitivo, se halló una relación significativa entre la discrepancia del yo y variables como la felicidad, la autoestima y la calidad de vida. Este hallazgo evidencia la importancia de comprender cómo las personas mayores se perciben a sí mismas y cómo esta percepción incide en su bienestar integral. Este fenómeno ocurre en un contexto demográfico desafiante, considerando que Chile se encuentra en un proceso de envejecimiento acelerado y se prevé que la cantidad de personas mayores de 80 años será equivalente a la de niños menores de cinco. Este cambio no solo representa un reto para las políticas sociales y de salud, sino también una oportunidad invaluable para promover una vejez activa, digna y con sentido.
A pesar de los desafíos económicos y de salud, más del 65% de las personas mayores chilenas se consideran autovalentes, lo que se contrasta con las imágenes sociales que muchas veces subestiman las capacidades de las personas mayores. Es aquí dónde, la discrepancia del yo permite explorar esta diferencia entre el significado que la sociedad atribuye a la vejez y el que las personas mayores construyen para sí mismas. El estudio identificó que las mayores discrepancias se presentan en los ámbitos económico y físico, puesto que desearían contar con mejores condiciones económicas, mayor vitalidad física o más oportunidades educativas. No obstante, estas diferencias no son homogéneas: en zonas rurales, por ejemplo, donde se mantiene un estilo de vida activo, la discrepancia física tiende a ser menor, aunque persiste una brecha en lo intelectual debido a la escasa escolarización formal.
Sin embargo, las discrepancias no deben ser vistas únicamente como carencias, sino que pueden ser una fuente de motivación para crecer en la dimensión intelectual, que se valora como un espacio clave para el crecimiento personal y la consolidación de un envejecimiento positivo, dando forma a una autoconciencia de superación, resignificación y de logro que reduce la brecha entre el yo real y el yo ideal.
Si escuchamos a las personas mayores, podemos oír sus relatos, expectativas y visiones de futuro, como insumos centrales para el diseño de una política pública adecuadamente orientada que incluya la experiencia y sabiduría como elementos fundamentales de las mismas, para disminuir la distancia auto percibida entre el yo real y el deseado al alcanzar una vida plena, dónde el hecho de llegar a ser una persona mayor sea percibida como una etapa de consolidación de la contribución invaluable que cada persona realiza en beneficio de la sociedad en su conjunto y para todas las generaciones.