José Cuevas Valenzuela, PhD. Fundador & Gerente Técnico y Operaciones Trongkai.
Como líderes de la agroindustria en la Región del Maule, hemos convertido con maestría la riqueza de nuestra tierra en productos de clase mundial. Nuestro éxito es el motor de la economía regional. Sin embargo, este mismo éxito genera una externalidad que, históricamente, hemos gestionado como un costo en nuestro balance: los subproductos de nuestros procesos.
Hablamos de un volumen nacional que supera las 800.000 toneladas anuales de orujos, pomasas, bagazos y otros flujos orgánicos. Para nuestras empresas, esto ha representado tradicionalmente un “doble dividendo negativo”: por un lado, los costos directos de gestión y disposición; por otro, el costo intangible de oportunidad al descartar una materia prima de enorme potencial.
Hoy, la bioeconomía circular nos invita a una reflexión estratégica: reclasificar esa línea del balance. Lo que antes era un pasivo, hoy es, sin duda, un activo subutilizado. La filosofía es simple y poderosa, y es la que nos mueve cada día: en la naturaleza no existen los residuos, solo recursos.
Estos subproductos no son desechos; son reservorios de compuestos de alto valor. Son fuentes concentradas de polifenoles, fibra dietética, proteínas y antioxidantes. Estos no son meros componentes químicos; son la respuesta directa a la demanda de los mercados de mayor crecimiento y sofisticación, como la nutrición para salmones y el alimento para mascotas premium. Estas industrias buscan activamente ingredientes funcionales, de origen natural y con una historia de sostenibilidad verificable que podemos satisfacer desde el Maule.
La pregunta es, ¿cómo materializar esta transformación? La solución no pasa por que cada empresa resuelva este puzzle de forma aislada. La clave es la colaboración orquestada. Precisamente, en Trongkai nuestra misión es ser el articulador de este cambio. Actuamos como un catalizador que conecta de manera sistémica a la agroindustria con la ciencia de vanguardia y los mercados finales. Lo hacemos a través de un Modelo de Biorrefinería Inteligente, un sistema flexible y multi-insumo diseñado para procesar la diversidad de subproductos del Maule —como el orujo de uva, la pomasa de manzana o el alperujo de oliva— y transformarlos, mediante ciencia y validación rigurosa, en esa nueva generación de ingredientes funcionales que el mundo demanda.
El camino para capitalizar este activo oculto está trazado. Es una invitación a mirar nuestros procesos desde una nueva óptica y a sumarse a un ecosistema de innovación que ya está en marcha. Al hacerlo, no solo estaremos optimizando nuestros balances, sino que estaremos posicionando a la agroindustria maulina en la vanguardia de la economía circular global, asegurando su resiliencia y liderazgo para las próximas décadas que vienen.