Expertos de la UTalca advierten que el uso excesivo de pantallas podría provocar deterioro cognitivo en niños y jóvenes, con secuelas neurológicas graves.
Aunque la demencia suele asociarse con la vejez y enfermedades como el Alzheimer, investigadores alertan sobre un fenómeno que está surgiendo en niños y adolescentes. Este fenómeno se llama la demencia digital.
El término, acuñado por el neurocientífico alemán Manfred Spitzer, describe un deterioro de funciones cognitivas. Estas funciones incluyen memoria, atención, razonamiento y regulación emocional. Este deterioro está vinculado al uso excesivo de tecnologías digitales desde edades tempranas.
Alejandro Cataldo, académico de la Universidad de Talca, explicó que hasta ahora los efectos más estudiados eran de tipo conductual o de personalidad. Sin embargo, “la demencia digital empieza a aparecer como un efecto más bien neurológico. Y eso es lo llamativo que se está empezando a estudiar”.
Estos cambios se han detectado en menores que pasan largas horas frente a smartphones, computadores y consolas. Esto desplaza actividades que estimulan el pensamiento y la interacción social. “Podría tratarse de un daño en la materia gris en zonas cerebrales clave para la memoria, la atención y las funciones ejecutivas. Si esto se confirma, estaríamos frente a un daño generacional”, advirtió Cataldo.
Por su parte, Nadia Ramos, directora del Centro de Psicología Aplicada (CEPA) de la UTalca, advirtió que “en niños y adolescentes, que están en pleno desarrollo neuronal, esto puede retrasar procesos cognitivos y socioafectivos”. Los síntomas pueden incluir problemas de memoria, dificultad para regular emociones, baja tolerancia a la frustración y comportamientos similares a la adicción a las pantallas.
Estudios internacionales respaldan estas alertas. Algunas investigaciones muestran que las notificaciones constantes generan adicción y cambios estructurales en el cerebro. Otros hallazgos revelan menor integridad en la sustancia blanca. Esto implica deterioro en la memoria y la atención. Incluso se han observado alteraciones en las conexiones neuronales relacionadas con el comportamiento socioemocional, el intelecto y los procesos ejecutivos. Estos factores elevan el riesgo de demencia temprana.

Prevención y conciencia
Los académicos de la UTalca coinciden en que la prevención pasa por limitar el tiempo frente a pantallas y fomentar actividades cognitivas y sociales. Además, recomiendan que los padres supervisen no solo la cantidad, sino también la calidad del contenido.
“No basta con prohibir. Hay que ofrecer alternativas: actividades al aire libre, juegos en familia, hobbies. Y, muy importante, los padres deben dar el ejemplo”, enfatizó Ramos.
Cataldo fue enfático: “Pasarle un teléfono a un niño de dos años es muy riesgoso por los efectos neurológicos que podría tener. Debemos tomar conciencia antes de que sea demasiado tarde”.