Más del 20% de los chilenos tiene 60 años o más, según el Censo 2024. Expertos advierten que urge adaptar las viviendas para garantizar seguridad, autonomía y dignidad.
El envejecimiento de la población chilena ya es una realidad evidente. De acuerdo con el Censo 2024, el 20,1% de los habitantes tiene 60 años o más. Esto equivale a más de 3,7 millones de adultos mayores. Este segmento es el de mayor crecimiento relativo y seguirá aumentando en las próximas décadas. Las expectativas de vida bordean los 90 años en mujeres y superan los 85 en hombres.
Este panorama plantea una pregunta clave: ¿están las viviendas preparadas para una vida más larga y frágil? La respuesta, según expertos, es negativa. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la falta de adaptaciones en el hogar es uno de los principales factores de riesgo de caídas. Para un adulto mayor, un accidente puede implicar pérdida de autonomía y deterioro de su calidad de vida.
El académico de Arquitectura de la Universidad Andrés Bello, Pablo Hormazábal, lo resume así: “Si asumimos que una casa debe adaptarse para la vejez, es porque no lo está. Una vivienda está pensada para durar más que nosotros, pero en la vejez el cuerpo se vuelve más frágil, y el mayor riesgo es una caída”.
Entre las medidas de bajo costo que recomienda destacan la instalación de pasamanos, la mejora en la iluminación, la eliminación de desniveles y el reordenamiento del mobiliario. “Son acciones simples, pero con un gran impacto. Mantener la independencia es también preservar la dignidad”, subraya Hormazábal.

La importancia de tener autonomía
Desde una mirada psicológica, Carolina Carrera Ferrer, directora del Centro de Atención Psicológica de la UNAB, advierte que la adaptación del hogar también tiene un efecto emocional. “La autonomía en el caso de las personas mayores es muy importante, tanto en la movilidad como en la toma de decisiones. Infantilizar al adulto mayor puede derivar en depresión”.
Carrera recomienda respetar la autonomía, facilitar la higiene con duchas en lugar de tinas y asegurar espacios amplios para el desplazamiento. “Un accidente a esa edad no solo afecta el cuerpo, también golpea la salud mental”, enfatiza.
Ambos especialistas coinciden en que la adaptación de las viviendas no debe entenderse solo como un tema individual. También es un desafío social y político. Hormazábal insiste en que es más eficiente adaptar casas existentes que construir residencias masivas. Carrera recalca que se trata de invertir en calidad de vida y en cohesión social.
El llamado de los expertos es claro: Chile envejece más rápido de lo que avanzan las políticas públicas, y el tiempo para actuar es ahora.