Existen variadas opiniones sobre la Generación Z. He escuchado que no aceptan críticas o que son de cristal, pero estas afirmaciones pueden relacionarse con que no los comprendemos. Para lograrlo, se requiere dejar de lado los prejuicios y abrirse a conocerlos y tener conversaciones profundas.
Desde mi experiencia trabajando con jóvenes profesionales veo que buscan desafíos laborales, aspiran a crecer en responsabilidades en poco tiempo y buscan roles alineados a su propósito y felicidad. Hoy Chile necesita esa visión, compromiso y dedicación para solucionar los grandes desafíos que vivimos como sociedad. Si queremos transformar el país necesitamos a los mejores y esta generación tiene muchos de ellos.
Así como para conocer a una persona y cambiar nuestros prejuicios se requieren tiempo y esfuerzo, para construir un Chile más justo necesitamos, primero, conocer bien la realidad de los problemas que enfrentamos. Hoy la sala de clases es el mejor lugar para comenzar, no sólo porque ahí convergen los grandes desafíos que tenemos como sociedad, sino porque es un lugar que constantemente te desafía, te obliga a aprender y a desarrollarte personal y profesionalmente. Por eso, la invitación a esta generación es a involucrarse y atreverse a ser los mejores profesionales de Chile y, sobre todo, para Chile.