Miércoles, Septiembre 3, 2025
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Pertinencia o irrelevancia: El verdadero desafío de la educación Técnico-Profesional

Celebrar la EMTP es también preguntarnos cómo vinculamos el aprendizaje con nuestro territorio, nuestra cultura y nuestros oficios Desde el campo-mar de Pelluhue escribo estas líneas, en el cierre del Mes de la Educación Técnico Profesional.

 Este territorio, donde la vida se teje en diálogo permanente entre el mar, el campo y las personas que lo habitan, nos recuerda el sentido profundo que debe tener la formación técnico-profesional: la pertinencia. Hoy, en el Liceo Pelluhue tuve la oportunidad de participar en la celebración del Día de la Educación Técnico-Profesional. Este encuentro no solo fue un acto de reconocimiento, también una invitación a reflexionar sobre la esencia de esta modalidad educativa. Porque la EMTP no se define únicamente por la entrega de competencias técnicas ni por su necesaria vinculación con las empresas, sino por su capacidad de responder a la identidad y a las necesidades del territorio al que pertenece. La pertinencia es más que un principio pedagógico: es un fundamento. Implica que los aprendizajes dialoguen con la cultura local, con las tradiciones y con los saberes que constituyen nuestra historia común. La pesca artesanal, la cocina patrimonial, los oficios heredados y las prácticas comunitarias deben ser parte de los aprendizajes y no pueden quedar fuera de la formación de nuestros jóvenes. Rescatar, valorar y proyectar estos elementos es lo que da sentido a la educación diferenciada, pues vincula a las nuevas generaciones con su lugar de origen y, al mismo tiempo, les entrega herramientas para construir un futuro sostenible en el propio territorio. El gran desafío de la EMTP es mantener ese delicado equilibrio entre la tradición y la innovación. Nació en torno a los oficios y al saber hacer transmitido de generación en generación; hoy debe dialogar con los avances de la digitalización, la sostenibilidad y los cambios del mundo productivo. La pertinencia es el puente que permite unir esos mundos: el legado cultural y territorial con las competencias que demanda la sociedad actual. Por eso los liceos técnico-profesionales tienen un rol decisivo: no solo forman para el trabajo, forman para la vida. Son espacios donde los estudiantes descubren su vocación, fortalecen su identidad y se reconocen como protagonistas del desarrollo de sus comunidades. Allí donde la pertinencia está presente, la educación técnica se convierte en un motor de movilidad social y de arraigo cultural. La invitación es clara: asegurar que la pertinencia siga siendo el eje central de la formación TP. Ese es el cimiento desde el cual la educación adquiere verdadero sentido y nos proyecta hacia un futuro más justo, inclusivo y profundamente enraizado en nuestra identidad territorial.

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