Domingo, Septiembre 7, 2025
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SAE Y VOCACIÓN EN LA EDUCACIÓN MEDIA TÉCNICO PROFESIONAL: MÁS QUE  ELEGIR, DESCUBRIR 

Por Antonieta Muñoz Quilaqueo, profesora en Educación Técnico Profesional – Universidad Austral de Chile. Diplomada en Patrimonio Cultural Inmaterial – Universidad de Chile. Candidata a Magíster en Políticas y Gestión Educacional – Universidad de Talca. Miembro de la Comité de Educación en FEGACH.

El sistema de admisión escolar abre puertas, pero la vocación se construye en el acompañamiento, la  orientación y la experiencia de aprender haciendo

A menos de dos semanas de haberse cerrado el proceso del Sistema de Admisión Escolar (SAE),  miles de estudiantes y familias esperan el resultado de una decisión trascendental: ingresar al liceo donde  proyectan continuar su formación. Para muchos, la Educación Media Técnico Profesional (EMTP) se  presenta como una alternativa concreta, cargada de expectativas y posibilidades. Sin embargo, el sistema,  al abrir la puerta de acceso, no resuelve un aspecto esencial: la vocación. 

El SAE democratiza la postulación, elimina barreras de selección y asegura igualdad de  condiciones. Hoy cualquier estudiante puede optar a un liceo técnico, pero aquello no equivale a haber definido con claridad un proyecto vocacional. Numerosos jóvenes llegan a la EMTP sin plena conciencia de lo que significa aprender un oficio o asumir una especialidad. Algunos lo hacen porque no encontraron  cupo en otra modalidad; otros porque escucharon que cierta carrera ofrece mayor empleabilidad. De esta  manera, el ingreso formal al sistema no siempre coincide con la construcción de un camino de sentido. 

La vocación no es un punto de partida, sino un proceso formativo que se cultiva en la experiencia  escolar. En los talleres, en la práctica, en el contacto cotidiano con docentes, profesores y pares, los  estudiantes descubren habilidades e intereses desconocidas. La función pedagógica de la EMTP radica en ofrecer espacios para experimentar, equivocarse y perseverar, hasta reconocer que aquello aprendido responde a un propósito personal y comunitario. 

El rol docente se vuelve decisivo. Más allá de transmitir contenidos, los profesores acompañamos la búsqueda de vocación. Una palabra de aliento, una orientación oportuna o un proyecto bien guiado  pueden despertar en la y el estudiante la confianza para asumir un oficio como camino de vida. Ese  liderazgo pedagógico transforma la elección realizada en la plataforma en una experiencia significativa. 

La orientación vocacional constituye, además, un eje clave desde los primeros años de la EMTP.  No basta con la decisión digital de las familias en el SAE. Se requiere información clara, pertinente y  vinculada al territorio: especialidades, proyecciones laborales y aportes al desarrollo local. Comprender  que la gastronomía, el turismo o la energía renovable pueden incidir en la vida de la comunidad permite  al estudiante otorgar sentido a su proceso formativo. 

El acceso sin discriminación es un avance innegable, pero solo la construcción vocacional  humaniza la experiencia educativa. Un liceo que se limita a entregar contenidos técnicos difícilmente  sostendrá trayectorias plenas. En cambio, una escuela que pone al centro el acompañamiento, la confianza  y la exploración de intereses abre la posibilidad de transformar la decisión inicial en un compromiso vital. 

La relación entre SAE y vocación es complementaria: el sistema garantiza equidad en el ingreso,  pero corresponde a la escuela, sus docentes y profesores acompañar la definición del proyecto de vida.  

La tarea de la EMTP no se agota en recibir estudiantes; su misión es formar personas que  encuentren en su oficio un sentido para desarrollarse y aportar a la sociedad. 

Elegir por el SAE puede ser un inicio. Descubrir la vocación con apoyo docente es el verdadero destino.

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