Prof. Alex Soto, Instituto de Matemáticas, Centro de Longevidad VITALIS, Universidad de Talca.
La inminente aprobación de la Ley que crea el Sistema Nacional de Apoyos y Cuidados, el corazón legislativo de la estrategia Chile Cuida, abre una oportunidad histórica para repensar cómo Chile acompaña a las personas mayores a lo largo de su vida. El desafío no es solo asistir a quienes ya han perdido su autonomía, sino construir comunidades que estén presentes en cada etapa del camino.
En las próximas semanas, el Congreso Nacional podría aprobar una de las leyes sociales más relevantes de los últimos años que crea el Sistema Nacional de Apoyos y Cuidados. Esta norma busca establecer, por primera vez en Chile, el derecho a recibir apoyo cuando se pierde la autonomía y el derecho a cuidar sin quedar en la precariedad. Se trata de una demanda histórica impulsada por mujeres, familias y territorios que han sostenido, muchas veces en silencio, el peso del cuidado.
Sin embargo, el envejecimiento no comienza cuando aparece la dependencia. Ese es un punto fundamental que no podemos perder de vista. Si realmente queremos prepararnos para una sociedad que envejece, debemos ampliar nuestra mirada. El cuidado no puede limitarse solo a quienes ya han perdido su autonomía. Tiene que empezar mucho antes, con políticas que promuevan la salud, fortalezcan la participación social, fomenten el acompañamiento comunitario y prevengan la pérdida de funcionalidad.
En la región del Maule, una de las más envejecidas del país, esto se vuelve urgente. Hay comunas donde más del 20% de la población supera los 65 años, muchas veces en zonas rurales con poco acceso a transporte, tecnología o servicios básicos. ¿Debemos esperar a que esas personas pierdan la movilidad para ofrecerles apoyo? ¿O acaso el cuidado también debería estar presente cuando viven solas, enfrentan barreras para desplazarse o carecen de redes familiares activas?
Una política de cuidados moderna debe incluir estrategias de apoyo emocional, promoción de la autonomía, acompañamiento a controles médicos, acceso a servicios comunitarios, y redes vecinales activas. Eso también es cuidar.
Como institución pública regional, la Universidad de Talca puede jugar un rol clave en esta etapa. Desde la investigación, la formación de profesionales y el trabajo con las comunidades, tenemos la posibilidad de aportar conocimiento útil y soluciones ajustadas a la realidad local. Pero este esfuerzo no puede ser solo académico. También se requiere el compromiso de organizaciones sociales, gobiernos locales y empresas con sentido territorial, que entiendan el cuidado como un valor colectivo y no solo como una tarea individual o familiar.
La Ley de Apoyos y Cuidados será un gran paso, pero su implementación (enmarcada en la estrategia nacional Chile Cuida) definirá si este país se limita a asistir la dependencia o se compromete, de verdad, con el derecho a envejecer con dignidad.