Sábado, Octubre 25, 2025
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Envejecer saludablemente parte IX:  dormir bien también es importante para envejecer con salud

Iván Palomo G., director del Centro de Longevidad VITALIS, Universidad de Talca y del Centro Interuniversitario de Envejecimiento Saludable (CIES-CUECH).

El envejecimiento poblacional es uno de los fenómenos más significativos del siglo XXI. En Chile, alrededor del  20% de la población ya supera los 60 años, y las proyecciones indican que hacia 2050 se llegará al 30%.  Este logro demográfico plantea el desafío de lograr que los años ganados se vivan con autonomía, salud y bienestar.

Para envejecer saludablemente, habitualmente se recomienda alimentación saludable, actividad física y  control de enfermedades crónicas. Sin embargo, existe otro aspecto que igualmente importante, el sueño. Dormir bien   es una necesidad biológica esencial. Mantener un buen dormir en la vejez tiene efectos positivos en la salud física, mental y social.

El sueño cumple funciones vitales, especialmente en las fases profundas, el organismo activa procesos de reparación celular, regulación hormonal y consolidación de la memoria. Dormir bien permite que el sistema inmune funcione con eficacia, que el corazón descanse y que el cerebro elimine desechos metabólicos. En adultos dormir 7-8 horas contribuye a:

a) Mantiene la presión arterial y la frecuencia cardíaca en rangos saludables, disminuye la inflamación crónica y reduce la probabilidad de presentar enfermedades cardiovasculares (ECV:  infarto de miocardio o accidente cerebrovascular).  Por otra parte, se ha observado que la apnea del sueño, cuando no se trata, incrementa significativamente el riesgo de hipertensión y eventos cardiovasculares. 

b) Regular el metabolismo: La falta de sueño altera hormonas como la insulina, la leptina y la grelina, favoreciendo el aumento de peso, la resistencia a la insulina y, en consecuencia, la diabetes tipo 2.  

c) Mejorar la salud mental y cognitiva. Durante la noche, el cerebro consolida aprendizajes y memorias recientes. En personas mayores, dormir bien se relaciona con mejor rendimiento cognitivo, menor deterioro de la memoria y menor riesgo de demencia.  

d) Optimizar el bienestar diario. Quienes duermen bien tienen más energía, mejor estado de ánimo y mayor disposición a participar en actividades sociales, lo que a su vez protege contra el aislamiento y la soledad.  

Sin embargo, en la vejez el dormir bien se hace difícil. El sueño se fragmenta, se reduce el tiempo en fases profundas y aumentan las dificultades para conciliarlo. Influye en ello el uso de medicamentos. A ello se suman factores ambientales y sociales: ruido, inseguridad, soledad o falta de rutinas estables. Debido a lo anterior,  es necesario: generar horarios regulares, evitar pantallas brillantes antes de dormir, reducir el consumo de cafeína y alcohol, y favorecer ambientes oscuros y tranquilos. La actividad física regular y la exposición a la luz natural también ayudan a regular el ciclo circadiano (ritmo biológico natural que regula múltiples funciones del organismo en un periodo aproximado de 24 horas).  

Al igual que con la alimentación o el ejercicio, dormir bien debe ser visto como una  necesidad de salud pública; el sistema de salud debería incorporar programas de educación y diagnóstico temprano de trastornos del sueño en las personas mayores. Las ciudades también pueden favorecer un buen descanso, procurando entornos más silenciosos, mayor seguridad nocturna y viviendas adaptadas a las necesidades de las personas mayores contribuyen a un sueño reparador.

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