Iván Palomo G., director del Centro de Longevidad VITALIS, Universidad de Talca y del Centro Interuniversitario de Envejecimiento Saludable (CIES-CUECH).
Actualmente alrededor del 19% de la población chilena tiene 60 o más años, porcentaje que aumentará progresivamente al 30% en 2050. El aumento de la expectativa de vida implica que después de la jubilación un alto porcentaje de la población vivirá 20-30 años más. Es deseable que esos años las personas mayores los en vivan con calidad, autonomía y dignidad.
Un factor que, junto a otros que he estado describiendo en esta serie Envejecimiento Saludable, aporta a este propósito, es mantener bajo control la colesterolemia (concentración de colesterol en sangre). El colesterol es una molécula necesaria para el organismo; entre otros aspectos. forma parte de las membranas celulares, participa en la síntesis de hormonas y en la producción de vitamina D. El nivel normal de colesterolemia (colesterol total) es menor a 200 mg/dL. Cuando el nivel de colesterol LDL (colesterol “malo”) se mantiene elevado, su exceso se deposita en las arterias, favoreciendo la formación de placas de ateroma que estrechan los vasos y reducen el flujo sanguíneo, proceso conocido como aterosclerosis. Lo antes indicado es la base de la mayoría de las enfermedades cardiovasculares (ECV): Infarto de Miocardio, Enfermedad cerebrovascular y Enfermedad arterial periférica.
Se sabe que controlar la colesterolemia, además de reducir el riesgo de ECV, al proteger los vasos sanguíneos del cerebro, riñones y retina (ojos), reduce las posibilidades de sufrir demencia vascular, insuficiencia renal y retinopatías, respectivamente. Disminuir las posibilidades de desarrollo de dichas enfermedades, significa evitar discapacidad, dependencia y la necesidad de cuidados prolongados. Desde una perspectiva de salud pública, controlar la colesterolemia es una excelente intervención costo-efectiva: disminuye hospitalizaciones, reduce la necesidad de procedimientos invasivos y permite que las personas vivan más años con autonomía.
Para mantener la colesterolemia controlada, se debe considerar lo siguiente:
a) Medidas no farmacológicas: (i) Ingerir alimentos saludables, con un mayor consumo de frutas, verduras, legumbres, pescados y granos integrales, junto con la reducción de grasas saturadas y trans, tiene un efecto directo en la disminución del colesterol LDL; (ii) Realizar actividad física regular ayuda a aumentar el colesterol HDL (colesterol “bueno”); (iii) Mantener un peso corporal adecuado, no fumar y limitar el consumo de alcohol, también son factores importantes.
b) Medicamentos: Cuando las medidas no farmacológicas no son suficientes, se podrá utilizar, bajo supervisión médica, medicamentos hipolipemiantes.
Los hábitos saludables se deben promover regularmente en la población. Pero, se debe tener en consideración las diferencias socioeconómicas o geográficas para acceder a controles y fármacos. Se requiere una política pública integral, que incluya subsidios a alimentos frescos, programas comunitarios de ejercicio, sistemas de atención primaria robustos y entrega garantizada de medicamentos esenciales.
Envejecer es inevitable, pero cómo envejecer depende de las políticas públicas que establecen instancias políticas que corresponden y las decisiones que toma cada persona.





