Iván Palomo G., director del Centro de Longevidad VITALIS, Universidad de Talca y del Centro Interuniversitario de Envejecimiento Saludable (CIES-CUECH); Coordinador de la Red Interuniversitaria de Envejecimiento Saludable de Latinoamérica y Caribe (RIES-LAC / COMLAT-IAGG) e integrante de la directiva de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile (SGGCH).
El envejecimiento poblacional es un fenómeno mundial que está transformando la vida de muchas sociedades en el mundo. Chile no es una excepción, actualmente uno de cada cinco personas tiene 60 años o más, y al 2050 la relación será uno de cada tres. Se deban buscar estrategias, individuales y colectivas, para lograr que los años adicionales, respecto al pasado, se vivan con salud, propósito y bienestar.
En columnas de opinión anteriores, me he referido a varios factores que ayudan a conseguir un mejor envejecimiento. Un factor adicional, que suele ser subestimado es la socialización. Ésta, entendida como el proceso mediante el cual las personas aprenden, reproducen y renuevan normas, valores y formas de interacción, es un proceso permanente que acompaña todo el ciclo vital. Cuando se es persona mayor, la socialización se vuelve un recurso vital para enfrentar cambios como la jubilación, la pérdida de seres queridos, la disminución de roles tradicionales o el riesgo de aislamiento.
Personas mayores que mantienen redes sociales activas presentan menor prevalencia de depresión y ansiedad, mejor desempeño cognitivo y menor riesgo de deterioro funcional. Por el contrario, la soledad y el aislamiento se asocian a un aumento de la mortalidad, similar al impacto del tabaquismo o la obesidad.
La socialización impacta positivamente en múltiples dimensiones:
a) Plano emocional. Las relaciones brindan apoyo, compañía y sentido de pertenencia, reduciendo el riesgo de depresión.
b) Ámbito cognitivo. La conversación, el debate y el aprendizaje conjunto estimulan memoria, lenguaje y atención, retardando la aparición de demencia.
c) Ámbito físico. La socialización favorece conductas saludables; quienes participan en grupos comunitarios (Ej,. Clubes de personas mayores, grupos artísticos, etc.), suelen tener mayor adherencia a tratamientos médicos, más actividad física y mejor cuidado nutricional.
d) Esfera social y cultural. Las personasmayores transmiten saberes y experiencias, fortaleciendo la cohesión intergeneracional.
La socialización no debe dejarse al azar, requiere entornos que la favorezcan. La Organización Mundial de la Salud lo reconoce en su iniciativa de “Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores”, donde uno de los ejes es la participación social y el sentido de pertenencia. Se requieren ciudades con espacios públicos seguros y accesibles, programas comunitarios de participación cultural y deportiva, oportunidades de voluntariado y educación permanente. Las autoridades políticas a diferentes niveles (nacional, regional y comunal), deben entregar los recursos
para multiplicar y mejorar experiencias existentes (i) Clubes de personas mayores, (ii) Centros diurnos y (iii) Universidades que tienen Centros interdisciplinarios sobre envejecimiento saludable: formación (personas mayores, profesionales y cuidadoras/es), investigación aplicada y vinculación (personas mayores).
Responsabilidad compartida
a) Cada persona debe dar importancia al cultivar relaciones, mantener amistades, integrarse a grupos y abrirse a nuevas experiencias incluso en la vejez.
b) Las familias, deben incluir a las personas mayores en la vida cotidiana, valorar su aporte y evitar relegarlas a roles pasivo.
c) La sociedad debe generar políticas públicas que faciliten la participación social en todas las etapas de la vida.
La socialización es un determinante de salud y un pilar del envejecimiento activo. Mantener redes de apoyo, participar en la comunidad y compartir con otras generaciones son prácticas tan importantes como controlar la presión arterial o llevar una dieta equilibrada.





