Domingo, Diciembre 7, 2025
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Marcela Ibáñez: la tintorera de Rari que rescata los colores del territorio

Desde Rari, en la región del Maule, Marcela Ibáñez lidera la Escuela Correvuela, un espacio dedicado a la formación, investigación y rescate de tintes y fibras naturales, integrando tradición, sustentabilidad e identidad local.

Correvuela, Escuela de Formación en fibras y tintes naturales, fue creada por Marcela Ibáñez Muñoz, tintorera radicada en la localidad rural de Rari. Su formación surge desde el territorio, aprendiendo junto a artesanas y textileros, y hoy combina conocimientos ancestrales con una mirada agroecológica y sustentable. Desde 2019 imparte cursos, enfocada en el traspaso del conocimiento y la investigación.
En 2018 obtuvo en España el Grado de Formadora de tintoreros en The Dyer`s House y en 2017 profundizó en estampado botánico con la tintorera Marianne Meier.
Correvuela trabaja en el rescate de prácticas antiguas, el estudio de plantas nativas y la investigación de fuentes tintóreas locales. El video que acompaña esta entrevista forma parte del Proyecto MUJER CAMPESINA «Tejedora de Identidad Local» junto a la artesana Guadalupe del Carmen, cultora del tejido en crin y raicilla de álamo en Rari – Colbún.

¿Cómo nació el emprendimiento?
Bueno, el emprendimiento nace desde la curiosidad que me presenta el territorio. Una vez que yo llegué a vivir acá hace 15 años y llegué en una nueva etapa de mi vida, donde venía recién llegando la maternidad, entonces estaba buscando nuevas formas de vivir y de hacer cosas. Y en este territorio hay mucha artesanía y mucha materialidad. Y al empezar a relacionarme con mis vecinos, con los artesanos en la feria, a conocer de su historia, empezó a resonar la tintorería en mi vida.

¿Qué la motivó a empezarlo?
Principalmente cuando trataba de buscar información de la tintorería, solo encontraba como una receta y siempre relacionado a la lana. Yo quería como la integralidad del oficio, conocer la historia, la química y eso me costó encontrarlo. Hasta que un día encontré un lugar en España y dije yo tengo que ir ahí a estudiar.

¿Hubo algún momento clave que marcó el inicio de este emprendimiento?
Sí, cuando logré encontrar los conocimientos y abordé la historia y lo que y la relación que tenía con cada territorio. Y la conexión y la relación con la naturaleza. Yo dije nació como la necesidad de poder compartir y propagar estos conocimientos desde la mirada del cuidado que conlleva el oficio  del color.

¿Qué ofrece y qué es lo que lo hace especial?
Acá en Correvuela ofrecemos formaciones personalizadas para cada interesado. Adaptamos mallas depende del oficio profesión  que traiga la persona que quiere aplicar la tintorería de este enfoque agroecológico sustentable. A sus creaciones.

¿Cómo elabora el producto?
Ya, bueno, nuestra primera etapa es la recolección. Buscamos los colores. Generalmente yo me adecuo como a la estación, a lo que me entrega cada estación del año. Más que yo pensar en que quiero un color. Me voy adaptando como a los ciclos y primero recolectamos después. Llevamos todo esto en nuestra olla y todo parte desde el agua. Con el calor extraemos el color y después acondicionamos nuestra fibra, que puede ser lino, sedas, lanas y aplicamos nuestro color, que es un proceso que claro, yo lo cuento en tres pasos pero que Detrás conlleva muchas etapas.

¿Por qué es importante mantener la calidad y la autenticidad?
Porque, bueno, nosotros nos destacamos por trabajar siempre con productos naturales. En la tintorería, el color necesita aferrarse a una fibra natural para optimizar la fijación de su color, pero a la vez también es el sello de como todo nuestro ciclo de conservarla. Las materias primas naturales o sus ciclos o sus reproducciones como toda una integralidad que conllevan los productos de que creamos aquí en la tintorería. Correvuela.

¿Qué papel juega la localidad o la región en cuanto al emprendimiento?
La ventaja que tiene el Maule o que destaca nuestra región es que es una de las regiones que tiene más materialidades u oficios que trabajan con materias distintas, donde se puede aplicar e investigar la tintorería natural y es donde hemos basado la investigación en la aplicación de los tintes naturales, las fibras marinas. Entonces hemos trabajado con las fibras de Marín, de sombrerería, con el mimbre en Cauquenes y así en diferentes localidades. Hacemos investigaciones de la paleta de color de cada territorio.

¿El producto refleja la identidad local?
Sí, es lo que más nos destaca porque trabajamos con colores netamente que nos entrega el territorio.

¿Cuál ha sido el mayor desafío que ha encontrado?
Dentro de esta idea de formación. Aparece sin querer la investigación, la investigación de dónde están los colores perdidos en nuestro territorio. Y eso ha sido un mundo que ha sido muy interesante, muy nuevo, porque no estaba para nada como en los pilares de Correvuela, pero es algo que históricamente está perdido. Entonces, si podemos aportar a través de este oficio en devolver estos colores, es algo que aunque llevemos años investigando, nos sigue manteniendo la llama porque no es algo económico, es una satisfacción personal que va a aportar o a devolver un patrimonio inmaterial de nuestro país.

¿Qué aprendizaje destacaría desde que comenzó?

La tintorería es muy, históricamente ha sido muy hermética. A través de esta nueva tintorería nosotros hemos querido divulgar o compartir los conocimientos para que no se vayan perdiendo, porque el hermetismo sin querer se ha llevado los secretos. Y en nuestra región hay tantos oficios que pueden integrar la tintorería que no se nos mueve.

¿Qué consejo daría a otros emprendedores?
A que es difícil aconsejar teniendo como distintas experiencias, pero creo que ser perseverante, creer en los sueños de cada uno, en qué te mueve para estar haciendo y de qué forma a través de tu emprendimiento puedes aportar no sé, al planeta o que no sea solo como algo económico, sino que tenga un trasfondo, un sentido que le dé el sello también a como a lo que cada uno hace.

¿Cómo ha impactado tu emprendimiento en tu vida o en el entorno en el cual te encuentras?
Para mí ha sido muy importante el territorio, porque mi relación con mis vecinas que son artesanas en micro cestería en el CRIM, que trabajan con fibras naturales, hemos podido investigar la tintorería en estas fibras y ha sido un trabajo colaborativo. Entonces eso nos ha unido, ha sido un aporte mutuo. Y nos da más sentido a lo que a lo que hacemos.

¿Tienes planes de crecer o lanzar nuevos productos o servicios?
En este momento estamos como en una etapa estable, donde ya eh hemos establecido ciertos productos que creemos que deben ser permanentes y con esos quedarnos y en las formaciones seguimos recibiendo a los interesados, adaptándonos siempre a sus necesidades. A la vez, nosotros siempre capacitándonos. No solamente la tintorería, sino que la gestión cultural, porque es muy importante la relación con el territorio permanente. Ahí están los desafíos ya.

¿Qué les gustaría que sintieran los clientes al conocer los productos o lo que hacen?
Eh, como la coherencia. Y eso es lindo porque la gente, al acercarse a comprar un producto, le interesa el trasfondo y cuando uno le cuenta la historia o el proceso es como que lo ven reflejado o en el producto o en el stand donde nos encontramos y escucharlos desde ellos es satisfactorio porque en el fondo como que se va cumpliendo el propósito de uno como emprendedor.

El trabajo de Marcela Ibáñez no solo rescata saberes ancestrales, sino que también fortalece la identidad del Maule a través del color, la colaboración y el respeto por el territorio. Correvuela continúa creciendo desde la investigación, la formación y la coherencia entre oficio, naturaleza y comunidad.

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