Con altas temperaturas y celebraciones al aire libre, especialistas entregan claves para elegir vinos frescos, servirlos bien y maridar sin reglas rígidas en Navidad y Año Nuevo.
La llegada de Navidad y Año Nuevo marca uno de los períodos más intensos de celebraciones en Chile, donde las mesas se llenan de preparaciones especiales y los encuentros suelen realizarse en pleno verano. En ese contexto, la elección del vino adecuado cumple un rol clave para potenciar la experiencia gastronómica.
Para Claudia Gacitúa, directora del Diplomado en Comunicación del Vino de la Universidad Andrés Bello (UNAB), el primer paso es dejar atrás la idea de que se requieren conocimientos expertos. “No hay que ser experto para tomar vino. Más que errores, hay sugerencias para tener una mejor experiencia, porque el vino es placer embotellado”, sostiene. Según explica, las preferencias personales, la ocasión y el entorno resultan más relevantes que seguir reglas estrictas.
Vinos frescos para el calor estival
Dado que las fiestas se desarrollan con altas temperaturas, la recomendación es privilegiar vinos que aporten frescura y ligereza. “Las cenas al aire libre y las celebraciones en terrazas o piscinas nos llevan naturalmente a buscar espumantes y vinos livianos, tanto blancos como tintos”, señala Gacitúa.
Entre los vinos blancos, destacan cepas como Sauvignon Blanc, Chardonnay y Riesling, especialmente los provenientes de valles costeros. El Sauvignon Blanc de zonas como Casablanca o Lo Abarca se posiciona como un excelente aperitivo, gracias a su acidez y aromas cítricos. El Chardonnay, en versiones frescas y minerales del Limarí o Huasco, ofrece mayor versatilidad para acompañar desde mariscos hasta platos más cremosos.

Tintos ligeros y clásicos que no fallan
Para quienes prefieren vino tinto incluso en verano, la clave está en optar por cepas más livianas como País, Pinot Noir, Garnacha o Cinsault, que incluso pueden servirse ligeramente frías. En preparaciones más contundentes, los clásicos mantienen su vigencia: “Un Carmenere acompaña muy bien platos tradicionales chilenos como pastel de choclo o empanadas, mientras que un Cabernet Sauvignon es ideal para asados”, indica la especialista.
La temperatura de servicio marca la diferencia
Uno de los factores más determinantes es la temperatura del vino. “Especialmente en los tintos, servirlos a la temperatura correcta permite vinos más equilibrados, con fruta presente y sin exceso de alcohol”, advierte Gacitúa. La recomendación apunta a mantenerlos entre 12 y 14 grados, evitando la temperatura ambiente estival. “Con 30 grados, cualquier vino se ve perjudicado”, enfatiza.
Espumantes más allá del brindis
Los espumantes también han dejado de ser exclusivos del brindis de medianoche. “Hoy ya no es novedad comenzar a tomarlos desde el aperitivo. Aportan frescor, alegría y elegancia a cualquier velada”, comenta. Chile ofrece una amplia gama de espumantes, con distintos métodos de producción y niveles de dulzor, lo que permite integrarlos en diversos momentos de la celebración.

Maridajes sin miedo a experimentar
En materia de maridaje, la invitación es a perder el temor a salir de lo tradicional. “Es un mito que las carnes blancas van solo con blancos y las rojas con tintos”, afirma Gacitúa. Un pescado graso con salsa cremosa puede armonizar con un Pinot Noir o Cinsault, mientras que platos con zapallo o pimentón asado encuentran un buen aliado en el Carmenere.
Incluso los contrastes funcionan: un queso azul puede equilibrarse con un vino Late Harvest, y el tradicional pan de pascua armoniza de forma natural con vinos dulces de buena acidez.
Disfrutar sin reglas rígidas
En definitiva, el vino en las fiestas de fin de año debe entenderse como una experiencia de disfrute. “El secreto está en la combinación armoniosa y en atreverse a probar”, concluye Claudia Gacitúa, junto con reiterar el llamado a consumir con responsabilidad y evitar la conducción bajo los efectos del alcohol.





