Nuevos estudios sostienen que las nuevas pautas meteorológicas afectan de manera distinta a los insectos
Invasores y sus enemigos naturales, generando entre ambos una desincronización.
El cambio climático no solo aceleró el ritmo de reproducción de las plagas que
afectan las plantaciones agrícolas, sino que también alteró los ciclos de sus enemigos
naturales.
“Los insectos que se alimentan de las plagas o que eliminan a los invasores poniendo
huevos dentro de ellos, les cuesta un poco más adaptarse al cambio climático. Tenemos
que ver cómo podemos optimizar este control biológico, porque las poblaciones de plagas
aumentadas, superan a los invasores que están desincronizados”, dijo la Doctora en
Ciencias, Margarita Correa, miembro del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del
Maule (CIEAM), perteneciente a la UCM.
“Ahora los inviernos son más benignos. Agrícolamente hablando tenemos un déficit de
frío de 25 a 30 por ciento respecto a otros inviernos y, por lo tanto, las plagas y sus altos
niveles poblacionales superan estas condiciones adversas, pudiendo doblar su número en
temperaturas elevadas. Podemos impulsar la adaptación de los enemigos naturales por
vía moleculares o estudios de comportamiento”, señaló la investigadora en ecología
molecular.
La agricultura moderna entiende al control biológico como una alternativa a los
fumigantes, resistidos tanto por la academia como por los consumidores, cada vez con
más conciencia ecológica.
“Las plagas están ampliando su rango geográfico y alcanzando lugares fríos donde no
llegaban por condiciones adversas y todo esto ocurre super rápido. Se han hecho estudios
de campo para ver cuáles son los enemigos más abundantes”, manifestó la académica.
Correa, experta asimismo en genética de poblaciones y biología de la invasión, participa
en un proyecto financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y
Tecnológico, Fondecyt, que intenta precisamente dotar de mayor eficiencia al control
biológico de plagas en frutales y viñedos, en contexto de escasez hídrica.
La iniciativa, conocida como “Octopus”, es liderada por el investigador del Instituto de
Ciencias Biológicas de la Universidad de Talca, Christian Figueroa.
“Octupus, que significa ‘pulpo’, es un acrónimo del nombre del proyecto y nos gustó
porque evoca a los brazos que unen a los distintos participantes. La idea es que a través
de colaboraciones nacionales e internacionales, podamos unir fuerzas y optimizar el
control biológico de plagas”, precisó la ingeniera agrónoma.
El esfuerzo cuenta igualmente con la cooperación de los académicos de la UCM y la
Universidad de Chile, Hugo Benítez y Luis Castañeda, respectivamente; y científicos de
Francia, Uruguay, Estados Unidos y Turquía.