Domingo, Abril 28, 2024
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¿Por qué es importante aumentar la participación femenina en el mundo técnico profesional? Desafíos y oportunidades

Soledad Schott Gaete, Vicerrectora INACAP Sede Talca.

Si bien en el mundo se ha avanzado mucho en temáticas de género, todavía queda mucho por comprender y por hacer, especialmente en Latinoamérica y en países en vías de desarrollo, como Chile.  El ámbito de la educación, especialmente la formación técnico profesional, es una de las áreas donde aún existen importantes brechas y Chile no es una excepción.

La brechas de género en la educación han sido motivo de interés por varios investigadores e investigadoras. Por ejemplo, Coleto y Esparza, en un artículo publicado en 2021 concluyeron que existen una sustancial segregación disciplinaria por sexo en los programas de diferentes sistemas educativos del mundo, especialmente en los ámbitos de la Ingeniería y en lo Técnico Profesional.

La elección de carrera permite inferir la existencia de una suerte de sesgo cognitivo de género, donde todos los actores del sistema educativo asocian a los varones con la técnica y la tecnología y a las mujeres con la administración, el cuidado, la enseñanza y las artes. Esta especie de extensión del papel hegemónico tradicional de las mujeres, el espacio doméstico a su elección profesional, tiene su contraparte en los hombres quienes se inclinan hacia las labores productivas y el espacio público, además del conocimiento y dominio de la naturaleza.

El fenómeno se presenta de manera tan marcada en las sociedades occidentales que existe una amplia preocupación por entender cuáles son los factores determinantes de la reticencia de las niñas y las jóvenes a estudiar carreras relacionadas con la Ciencia, la Tecnología, la Ingeniería y las Matemáticas o las Carreras Técnicas, tradicionalmente “masculinizadas” (Mecánica, Construcción o Informática). Según Gil – Juárez  y colaboradores (2013) esta segregación obedece a una lógica de género presente en el mundo social en su conjunto, es decir escolar, familiar y laboral, pero que se objetiva de manera particular en la división sexual del trabajo. Esto determinaría, según estos autores,  la escasez de mujeres en estos ámbitos.

Investigaciones sobre el tema, detectan una influencia importante de la socialización temprana en la preferencia vocacional, la cual determina un menor involucramiento de las mujeres en la tecnología, incluso cuando han mostrado un interés precoz por esta.  Estas restricciones no sólo se limitan a las herramientas convencionales del trabajo mecánico que utilizan los niños o varones, sino que se amplían a las nuevas tecnologías en estrecha relación con el juego en la infancia. No es raro entonces, que la cultura informática sea particularmente excluyente: De los casi tres millones de empleados en empresas tecnológicas europeas de información y comunicación solo el 20% son mujeres.

Datos proporcionados por la OIT indican que  la participación de la mujer en los institutos de formación profesional de América Latina no supera el 5% en las áreas de mecánica, electricidad, metalurgia y electrónica”. Lo anterior se explicaría por el hecho que las instituciones educativas donde se estudian profesiones consideradas tradicionalmente “masculinas” producen ambientes hostiles hacia las jóvenes que se incorporan en estas áreas, que van desde el acoso y el hostigamiento sexual, hasta la discriminación por sus condiciones “naturales” de cuerpos frágiles y sus cualidades intelectuales, que se consideran “menos aptas” para estos campos de conocimiento. Cabe mencionar, además, que la tecnología en el desarrollo de herramientas ha permitido al ser humano manipular objetos con utilización de un mínimo de fuerza física.

Asimismo, el ámbito escolar puede representar un conjunto de obstáculos en la forma de prejuicios. A esto, se suma la persistente idea de que las mujeres deben ser protegidas por lo varones y que no se debe permitir que se expongan a riesgos. Esta idea se tiende a perpetuar por la ausencia de docentes y profesionales referentes o modelos femeninos a seguir. Además, se sigue reproduciendo el discurso que postula diferencias cerebrales entre mujeres y hombres, las cuales acotan de manera natural las habilidades y capacidades de las personas de uno u otro sexo. Si bien las diferencias anatómicas entre géneros, tales como el tamaño o interconectividad de distintas áreas cerebrales,  podría influir en “como” ciertas actividades se realizan, no implica necesariamente que determine “qué” actividades se pueden realizar.  Sin duda, las diferencias no deben verse como limitación sino como riqueza para el desempeño de tareas.

El plan de acción de Equidad e Igualdad de Género en la Formación Técnico Profesional y la Inclusión de otros grupos socialmente vulnerables de Chile, (MINEDUC, 2022) plantea que hay que superar 7 nudos críticos para avanzar en la igualdad de género en la formación TP, proponiendo lo siguiente:

(1) Atraer estudiantes a carreras no tradicionales a su género, por ejemplo a través de la acción afirmativa o campañas de admisión orientadas a la atracción de grupos de género subrepresentados.

(2) Contar con apoyo para estudiantes que son minoría de género en sus carreras a través de acompañamiento con tutores académicos y apoyo psicoemocional.

(3) Generar soportes desde las instituciones educativas para el acceso y desarrollo de las prácticas profesionales en las que son minoría. Esto se realiza del desarrollo de la autoeficacia  y monitoreo a estudiantes en práctica profesional que identifiquen tempranamente situaciones de riesgo y experiencias laborales que no contribuyan con el perfil de egreso de sus carreras.

(4) Contar con equipos directivos y docentes disciplinares que no reproduzcan la segregación de género presentes en los mercados laborales. Asimismo, fomentar la formación regular y progresiva a docentes y directivos en prácticas pedagógicas libres de sexismo y otras discriminaciones. Para ello se requiere el compromiso institucional en materia de género e inclusión en los modelos o proyectos educativos y la conformación de unidades transversales que impulsen políticas con perspectiva de género en concordancia con los requerimientos vigentes.

(5) Fomentar la autocrítica respecto del rol de las Instituciones de Educación Superior en la reproducción de patrones de género dominantes y producción de desigualdad en su oferta formativa.

(6) Generar reportes estadísticos que permitan visualizar las brechas de género en las distintas etapas de la Trayectorias Formativas Laborales (TFL) en carreras con predominancia masculina o femenina. Esto implica  la creación de sistemas de Información que reporten estadísticas de matrícula, retención, titulación e inserción laboral por sexo y área de la carrera.

(7) Desarrollar antecedentes sistemáticos de los problemas que enfrentan estudiantes en grupos socialmente vulnerables, discapacidad o minorías sexuales.

¿Por qué es importante aumentar la participación femenina en el mundo Técnico Profesional?

Por sus características, la formación técnico profesional aparece como una excelente oportunidad para contribuir a la autonomía de las mujeres: económica, física y psicológica. Estas tres dimensiones son interdependientes y requieren ser interpretadas  con un enfoque interseccional, intercultural y del ciclo de vida.

La formación TP contempla carreras cortas, consonaste con las necesidades de los sectores productivos, por ende con rápida inserción laboral y buenas remuneraciones. Además, al estar centrada en las Trayectorias Formativas Laborales, permite el desarrollo de la persona a lo largo de su ciclo vital. Una mujer que trabaja y que tiene una remuneración económica, da un paso para ser una persona que tiene la capacidad para tomar libremente decisiones que afectan sus vidas en condiciones de mayor igualdad.

Las interrelaciones entre las autonomías dan cuenta de la integralidad de los procesos de transformación necesarios para la lograr igualdad sustantiva y la plena participación de las mujeres, las adolescentes y las niñas para transitar hacia patrones de desarrollo sostenible y de bienestar, haciendo realidad la sociedad del cuidado.

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