Miércoles, Julio 16, 2025
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Académica advierte posible pandemia silenciosa por daño hepático y cardiopatías

Investigadores de la Universidad de Talca advierten que el daño hepático no solo se asocia a la diabetes, sino que también puede desencadenar cardiopatías graves.

Una nueva amenaza sanitaria podría estar gestándose en silencio. El daño hepático, asociado a enfermedades metabólicas como la diabetes, está siendo vinculado al desarrollo de cardiopatías graves. Esto podría derivar en una nueva pandemia, advirtieron expertos de la Universidad de Talca.

La doctora Jéssica Zúñiga, académica del Departamento de Ciencias Básicas Biomédicas de esa casa de estudios, afirmó que “generalmente cuando hay daño hepático, hay también deterioro cardiaco”. La especialista ha dedicado más de una década a estudiar cómo el hígado enfermo puede afectar a otros órganos.

Este análisis se fortaleció gracias a un trabajo conjunto con el doctor Daniel González Reinoso, director del Doctorado en Ciencias Biomédicas de la UTalca. Él lidera el proyecto “Conexiones”, enfocado en investigar la relación entre inflamación, conexinas y enfermedades metabólicas. Parte del equipo se trasladó incluso al Laboratorio de Fisiología de la Universidad de California, en Davis. Esto fue para profundizar en los efectos sistémicos del daño hepático.

“Las personas no saben esto. Generalmente les dicen que tienen hígado graso, pero no les explican que pueden desarrollar una cardiomiopatía, que sí es una patología mortal”, subrayó Zúñiga. Su llamado es claro: comprender el eje hígado-corazón y abordarlo con un enfoque integral.

Datos preocupantes: un llamado a la prevención

En paralelo, el laboratorio trabaja en el desarrollo de un fármaco preclínico, aunque su uso en humanos aún podría tardar entre 10 y 15 años. Sin embargo, sus hallazgos ya circulan entre la comunidad científica, especialmente por el impacto en personas con diabetes.

Según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 33% de la población chilena presenta algún grado de deterioro hepático. Esta cifra coincide con cifras mundiales que oscilan entre un 25% y un 40%. “Hace cinco años a nadie le importaba la enfermedad hepática, pero ahora la OMS la posiciona como una preocupación global”, explicó la académica.

Zúñiga enfatizó que aún no se sabe qué aparece primero —si la enfermedad hepática o la diabetes—. Sin embargo, está claro que “si tienes obesidad o diabetes, vas a tener enfermedad hepática; y si tienes enfermedad hepática, vas a tener patología cardíaca. Y en ésta, la resolución muchas veces es la muerte”.

Frente a este escenario, los investigadores llaman a la prevención como principal estrategia: alimentación saludable, actividad física y control médico riguroso. “Hoy no existen fármacos para tratar la enfermedad hepática. Se puede controlar la diabetes o la hipertensión, pero no el daño hepático en sí”, advirtió.

Si no analizamos pronto esta conexión, podríamos enfrentar una nueva pandemia de pacientes con cardiomiopatía por enfermedad hepática. Esto implicaría no solo sufrimiento personal, sino un gasto fiscal insostenible”, concluyó Zúñiga.

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