Dr. Emilio Moyano Díaz. Profesor Titular de Excelencia, Universidad de Talca.
Y se cumplió lo pronosticado según encuestas y según la teoría de la anomia. Ganó el candidato Republicano de extrema derecha, con su eslogan del cambio, que las encuestas dieron por ganador hace varias semanas, y que reafirmaron después de la primera vuelta, y materializado hoy con un 58,61% vs. 41,39% (en Talca, 58,91% contra 41,08%). Perdió la candidata de la continuidad del presente gobierno (aunque con más votos que los obtenidos por Boric al ganar en su hora), militante comunista, ya que no le pareció muy creíble a la ciudadanía que ella tuviese una voluntad de cambio sustantivo, o de poner orden de verdad, o que fuera contra las políticas de migración u otras propias de este gobierno que la albergó.
Siguiendo la teoría de la anomia, el discurso del candidato ultraconservador Kast fue más creíble para la ciudadanía respecto de convencer de tener una férrea o firme voluntad o decisión de poner ORDEN en el país. Combate implacable contra delincuencia, medidas múltiples contra la inmigración irregular, resolver la vergüenza nacional de listas de espera mortales de un año para ser atendido en el sistema público de salud. Ello pesó más que la oferta de una candidata comunista de extrema izquierda cuyo discurso osciló durante la campaña en contenidos y tonos, ofreciendo aumentar el sueldo mínimo a 750 mil pesos y quitar el IVA a los medicamentos en lo más materialmente sustantivo. Ofertas electorales más, o menos, será Presidente quien está en las antípodas del actual gobierno y eso es lo sustantivo: el cambio de signo.
Sin embargo, los extremismos del representante del partido republicano y de la candidata del PC (desdibujado por sus camuflajes variados hasta el de socialdemócrata) se juntan formando un círculo como la serpiente Uróboros (unidad de todas las cosas) que se traga desde su cola. Ambos extremos se topan y se retroalimentan, pero con clara ventaja para el del republicano, que utilizó un camuflaje más fino, resultando más coherente y consistente -o verdadero- para las audiencias, con una más transparente y permanente estructura ideológica, y de cuyos valores prefirió no hablar. Y, en efecto, ambas candidaturas tuvieron como discursos-metas los mismos tres ejes: seguridad, crecimiento económico, inmigración. Pero claro, la pobreza del tema económico y debilidades en los otros dos temas en el primer programa de la candidata, fueron una marca indeleble que no alcanzó a ser olvidada por su nuevo programa de segunda vuelta.
La educación, que fue parte central del discurso del actual gobierno para llegar al poder, y que cuál promesa más, infelizmente incumplida, no experimentó cambio alguno, salvo consolidarse su proceso de destrucción en los liceos emblemáticos, pero sin figurar como prioridad en los actuales debates presidenciales sino y sólo como tema de delincuencia (overoles blancos).
Desde el optimismo, diremos que la convergencia de ejes-metas entre ambas candidaturas es muy positiva ya que se podría esperar que los esfuerzos por aquellas metas compartidas debiesen facilitar acuerdos, de modo que el país avance. También, esperemos que el ganador y su gobierno retomen la normalidad de gobernar desde el DIA UNO que siempre hubo en nuestro país (excepción hecha del actual), sin perder tiempo, con sentido de urgencia (o ‘emergencia’) y, especialmente que se regrese al trabajo 24/7 por quienes dirigen el país, ya que dirigirlo no es un trabajo de sólo 8 horas de lunes a viernes al mediodía, aunque aquel se haya permitido rebajar la jornada a 40 hrs. y toda vez que se mantienen cifras de desempleo iguales a las que teníamos 4 años atrás (8,3 y más%), pero con empleos de menor calidad.
Desde el pesimismo, diremos que la baja calidad de la política (de la cual el sólo hecho de que hayamos llegado a una primera y definitiva final como ésta por segunda vez, lo reafirma), se manifestó flagrantemente en el último debate. Los candidatos se interrumpieron permanente y mutuamente, irrespetuosamente. Así, no apareció una amistad cívica que augure acuerdos -tipo Concertación- que tanta estabilidad y progreso nos dieron por tantos años. Ojalá nos equivoquemos, y estos intercambios verbales performáticos queden atrás, como recuerdos del fragor de la encarnizada lucha por alcanzar la presidencia, y no anticipen una oposición intransigente como la que soportó el Pdte. Piñera, dónde los actuales gobernantes lo trataron de dictador y quisieron llevarlo al tribunal de La Haya. No les exime a los actores jóvenes de aquel fallido y errado intento que no hayan conocido la dictadura, porque siempre existe la posibilidad de leer en que consistió, estudiar que es un clima social de terror, y educarse para que en el futuro pongan en marcha primero su cerebro antes que la lengua. Hay que cuidar el lenguaje. ¡Y no olvidar que la psicología enseña que para aprender a hablar se requiere sólo 2 años, mientras que aprender a quedarse callado 50 o 60!!, ojalá se tornen ahora una oposición constructiva y, por si les dice algo, por el bien del país (y secundariamente por sus agendas personales).
Entre las consecuencias potencialmente positivas del resultado para los derrotados está la oportunidad de la reflexión acerca del mismo y la actualización ideológica. Especialmente para los partidos políticos antiguos, cuyas ideologías y símbolos en sus banderas, pareciendo piezas del pasado o museo, son tan escasamente atractivas para los jóvenes. Pero como el resultado parlamentario no fue malo para el oficialismo, se puede (re)caer nuevamente en preferir ocuparse de lo invariablemente urgente -las elecciones- y no darse el tiempo para trabajar en el sustrato ideológico que las sostiene, apalanca, y viabiliza su eventual triunfo. Así, ojalá mute el conservadurismo de izquierda abriéndose a la necesidad de un sistema partidario interno de un hombre-mujer un voto (democracia directa abandonando el ‘centralismo democrático’), posmodernidad, los desafíos éticos de hoy, la sociedad del riesgo, la sociedad líquida, la sociedad de la individualización, la anomia. Ojalá la inteligencia artificial (IA) y la robótica sean consideradas con sus efectos actuales y futuros, que causan una revolución en el mundo del trabajo que, a lo muy menos, está reemplazando trabajos repetitivos o denominados ‘alienantes’, y dónde la categoría ‘trabajador/a’ adquiere significados variados respecto de su esfuerzo y eventual vinculación con los propietarios de los medios de producción, cuando no es el mismo trabajador su propio empleador o emprendedor. Mismo decir de la discusión abierta acerca de la antigua categoría ‘pueblo’.
Otra de las consecuencias positivas de la primera vuelta electoral es la sepultura de los micro partidos (micro pymes), y ojalá ese proceso se profundice, acompañándose por la conformación de coaliciones (de derecha y de izquierda, o como deseen autodesignarse). La fragmentación en mini partidos -que no son más que el resultado de disputas personales entre sus líderes (¿Ud. intuía alguna diferencia ideológica entre el partido ‘Humanista’ y el ‘Acción Humanista’?), resulta incomprensible para una República con más de 200 años de vida independiente, un sistema parlamentario antiguo (aunque altamente desprestigiado), y ciudadanos educados políticamente. Incomprensiblemente se permitió también las descalificaciones a la Concertación y sus notabilísimos logros, y se cayó en apoyar un gobierno juvenil con complejos Adánicos (refundación de todo, nada existe antes de nosotros), permitiendo experimentos inocentes con gobiernos cuyo principal legado es disminución a 40 hrs. de jornada laboral (discutible para muchos si se quiere crecer), copago cero en salud pública (pero con 350 días de espera y 40 mil muertos por año en listas de espera), mejora en pensiones (con fortalecimiento de AFPs), y royalty minero en beneficio de regiones. Legado negativo por la enorme lista de inocentes promesas incumplidas, más tres (!) nuevos partidos de derecha con importante número de militantes, dejar un gobierno de signo contrario en el poder, y una pobre tasa de crecimiento desde el retorno a la democracia.
Según proyecciones, el PIB crecerá entre 2,3%-2,5% en 2025, de modo que el actual gobierno promedia un 2% en sus cuatro años, muy por debajo de las tasas históricas pre-crisis social y la pandemia de COVID‑19 (para muchos analistas económicos, el fracaso del proyecto constitucional del Pdte. Boric resultó beneficioso para la economía, ya que aquel abandonó los planes iniciales del programa de gobierno, que incluía cambios radicales en el modelo económico y la posible salida de Chile de los tratados de libre comercio (TLC)). Esperamos que quienes gobiernen los 4 años siguientes sean mayoritariamente adultos maduros con experiencia en el Estado ó, si son jóvenes, que al menos no cometan los tantísimos errores no forzados, ni tampoco flagrantes ‘metidas de patas’ (‘ni de manos’), propias de los que ahora deberán abandonar el gobierno (es demasiado el tiempo de 3 meses hasta el 11-03-2026 ¿verdad?, debiese ser acortado), ni menos que hagan gárgaras con frases acerca de pretendidas superioridades morales.
En primer lugar, para combatir la anomia del actual Chile, el liderazgo debe recuperar su prestigio perdido, fracturado. Los lideres políticos (empresariales, religiosos, del deporte, etcétera) DEBEN tener más altos estándares de comportamiento ético y moral que el resto de los ciudadanos. Deben cumplir (y dar el ejemplo) estrictamente las normas legales y sociales, alejando cualquier asomo o sospecha de duda en su actuar. No deben mentir y deben ser consistentes. En segundo lugar, deben cautelar y hacer cumplir la ley a todo evento. Jamás permitirse espontaneidades como reprender al sistema judicial por dejar a muchos delincuentes presos porque no se dispone de cupo en las cárceles. En tercer lugar, acabar con la burocracia permisológica, cuyas demoras y errores e impericia de gestión flagrantes (vg. ‘mal cálculo’ en precio de la energía eléctrica, cuyo ministro de turno NO se hizo cargo), que hace que los ciudadanos desconfíen de sus instituciones, desconfíen de denunciar, desconfíen de la seguridad que debiera otorgar el sistema jurídico y el gobierno, y que ahuyenten a los empresarios con sus proyectos a otros países. Combatir la desconfianza y la falta de cohesión social, requiere recomponer el sistema de justicia y el sistema o tejido social en general, hoy resquebrajado. Mejor gestión en todo ámbito y especialmente en la salud pública.
Por cierto, para el gobierno entrante no será fácil, no obstante, la reciente aparición de la Virgen (del Cobre) desde mediados de diciembre, cuya libra está a un milagroso precio de U$ 5,30 a 5,40, lo que da un respiro económico que ojalá se mantenga por mucho tiempo, especialmente cuando el precio del litio -oscilante- termina en baja este 2025. J. A. Kast es el primer candidato de la vertiente del SI (vs. el NO) que alcanza la presidencia con poco más de un 23,96% de los votos en primera vuelta, porcentaje que representa su núcleo espontáneamente fiel. Que no lo obnubile (como le ocurrió a G. Boric y sus militantes) que haya ganado en segunda vuelta con casi 60%, ya que muchísimos votos de este porcentaje han votado no por él, sino para alejar cualquier posibilidad de continuidad, y muy especialmente de alejar al comunismo del país, como ocurrió con Boris vs. Jadue la última vez (historia conocida, ¿verdad?): mutatis mutandis hoy.
Notorio que dónde ganó J. Jara en primera vuelta, por poco en R. Metropolitana y por más en Valparaíso, sorprendentemente se invirtió el resultado ahora. Y, por cierto, el Pdte. electo mantuvo sus preferencias en el sur de Chile (Araucanía casi 70% vs. 30%) ganando en las 5 comunas más pobres del país (P. Saavedra, Alto Bío-Bío, Lumaco, Tirúa, T. Schmidt) y en 4 de las cinco más ricas (Vitacura, Lo Barnechea, Las Condes, Providencia, solo perdió en Ñuñoa), y particularmente en el Chile profundo rural, recogiendo más de los votos de F. Parisi en el norte, que su oponente. En más de una región dónde la derecha quedó sin parlamentarios, sorpresivamente ganó el Pdte. electo, Aysén es un ejemplo. El clivaje del si y no, ha sido largamente superado por el del apruebo-rechazo al proyecto constitucional de este gobierno, reflejado hoy nuevamente, y cuyo representante del rechazo es ahora Presidente electo.
Queridos lector/a, si Ud. pertenece al porcentaje que votó J. A. Kast estará esperanzado u optimista, mientras que si está entre aquel que votó J. Jara estará desesperanzado o pesimista. Es a Ud. auscultar su ánimo y emoción dominante. Ojalá la política estuviera a un nivel que impida que el país vaya de tumbo en tumbo, de un extremo a otro, como un péndulo de reloj cucú, y nos evitáramos este carrusel emocional, pero muy lamentablemente no lo está. Ya antes nos hemos lamentado por nuestro país, y lo que nos ocurre ahora fue previsto en columnas anteriores. Muchos de quienes somos adultos mayores ya sabemos que el país no tendrá -en lo que nos queda de vida- épocas llenas de progreso y estabilidad como las de la Concertación. Ojalá nos equivoquemos. Si Ud. en cambio es adulto, pero especialmente si es joven, puede esperar un país mejor en un futuro mediato, ojalá más cercano que lo que podemos augurar. Contribuya a la paz social cuidando su lenguaje, buen trato a sus oponentes políticos, y un comportamiento cívico ejemplar. Si es de oposición ejérzala constructiva y no destructivamente. Mucho éxito y suerte deseamos al nuevo gobierno, por el bien de Chile, de sus ciudadanos, y las nuevas generaciones.





