Antonieta Muñoz Quilaqueo. Profesora en Educación Técnico Profesional – Universidad Austral de Chile.
Educar para que cada preparación y cada viaje sean memoria, cultura y futuro
La Educación Técnico-Profesional (ETP) cumple un rol estratégico en la formación de ciudadanos capaces de vincular conocimiento, oficio y sentido territorial. En la reciente presentación realizada en Constitución, en el marco del V Festival de las Epopeyas de las Comidas y Bebidas de Chile, los y las estudiantes de las especialidades de Gastronomía y Turismo dieron testimonio de este propósito: aprender haciendo, pero también aprendiendo con identidad. La gastronomía y el turismo, comprendidos como expresiones culturales, revelan la dimensión pedagógica de los oficios y su potencia para formar sujetos conscientes de su historia y su entorno.
En el Maule, cocinar es narrar el territorio y sus memorias. Cada preparación sintetiza trabajo, paisaje y emoción colectiva. De igual modo, cada recorrido turístico constituye un relato vivo donde la naturaleza, la hospitalidad y la cultura local dialogan con el visitante. En este contexto, enseñar gastronomía y turismo demanda una pedagogía situada, capaz de reconocer al territorio como aula y a los estudiantes como intérpretes activos del patrimonio. Esta perspectiva promueve aprendizajes significativos al integrar saberes técnicos, valores culturales y sensibilidad social.
El enfoque patrimonial supera la mera transmisión de recetas o la repetición de rutas. Propone comprender la gastronomía y el turismo como prácticas de mediación cultural que fortalecen la cohesión social y la sostenibilidad del desarrollo local. Así, la enseñanza técnica se transforma en una experiencia educativa integral que articula conocimiento, creatividad y responsabilidad con el entorno. Los talleres, y las salidas pedagógicas se convierten en escenarios de investigación, creación y reflexión donde el saber experto adquiere sentido ético y comunitario.
Formar técnicos en estas disciplinas significa formar custodios del patrimonio inmaterial, jóvenes que reconocen en el alimento y en la experiencia turística un lenguaje de identidad. En tiempos de globalización, preservar la diversidad cultural requiere profesionales capaces de equilibrar innovación y tradición, productividad y conciencia social. La educación técnico-profesional tiene, por tanto, la misión de inspirar vocaciones comprometidas con el territorio, que comprendan que servir al otro es también un acto de preservación y de ciudadanía.
La educación se vuelve un puente entre el pasado y el porvenir, un ejercicio de aprendizaje con sentido que honra el patrimonio y proyecta esperanza en las y los estudiantes.