La abanderada oficialista reconoce el peso de ser asociada al PC y abre la opción de renunciar o suspender su militancia si gana la presidencia, para priorizar un liderazgo ciudadano y no partidista.
Un movimiento político inesperado instaló Jeannette Jara en el centro del debate electoral. La candidata presidencial del oficialismo afirmó que evalúa renunciar o suspender su militancia en el Partido Comunista (PC) si llega a La Moneda. Lo haría con el objetivo de enviar una señal concreta sobre el carácter de su eventual gobierno.
La exministra del Trabajo admitió que la etiqueta de “candidata del PC” complejiza su proyección presidencial. “Mi intención es gobernar a la ciudadanía y no a los militantes de un partido”, afirmó. Subrayó que no busca cargar con un sello partidario que condicione su gestión. Si bien la decisión aún no está cerrada, precisó que analiza alternativas. Busca así despejar dudas sobre independencia política.
Jara explicó que la discusión surge en un contexto donde la ciudadanía exige gestos de transversalidad. Además, aseguró que, de asumir la presidencia, concentrará su energía en la administración del país por sobre la lógica partidista. “No quiero que existan más cargas sobre una responsabilidad que yo tendría como Presidenta”, recalcó.
La declaración provocó reacciones inmediatas. Desde la oposición, Evelyn Matthei cuestionó el alcance político del anuncio y lo relativizó. “Todo el mundo va a saber que es comunista”, sostuvo, y recordó un precedente similar con el expresidente Sebastián Piñera, quien dejó Renovación Nacional antes de asumir La Moneda. “La sede del partido lleva su nombre”, apuntó Matthei. Esto para graficar que desvincularse formalmente no borra el vínculo político.
El debate plantea un nuevo capítulo en la contienda presidencial. En este contexto, la identidad partidaria, la percepción pública y los gestos simbólicos se convierten en factores determinantes. Esto ocurre para reconfigurar apoyos y narrativas de campaña.
